domingo, 15 de febrero de 2009

Por mi culpa...



Cada mañana al despertarme recuerdo la forma que tenías de mirarme y acariciarme para que me despertase, y en la sonrisa que me dedicabas todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches. A veces pienso que no debería seguir viviendo, aunque a lo mejor hay algo mejor detrás de este sufrimiento, cual me merezco, porque ya no estás a mi lado, por mi culpa.
Todos los lunes y jueves cuando voy al supermercado a por comida tengo que pasar por un puente cual nos deja ir a la otra parte de la ciudad, separada por un río, no es muy grande pero el agua va con gran decisión hacia el sur, y por lo alto que es el puente si alguien se tirara por ahí no seguiría con vida.
Una noche sin poder dormir, como todas, me levanté me dirigí hacia el armario y me vestí con la primera ropa que me encontré. Estaba muy nervioso, por lo que me tuve que agachar a por cualquier cosa que se me había caído. Bajé al portal y abrí la puerta despacio, ya que en cualquier momento me iba a desmayar o vomitar, tenía mucho miedo. Iba al puente, pero algo se me cruzó por el camino. Me encontré a unos adolescentes sin vergüenza pegando a un niño pequeño, cual me recordó a ella. Eso me dio a pensar en el niño que nunca tuve por mi culpa. Me acerqué casi sin poder respirar y les dije que pararan con las palabras atragantadas. Se acercaron a mí y empezaron a pegarme. El niño pequeño me estaba mirando sin moverse con la expresión apagada, tenía moratones. Lo último que vi fue a los adolescentes cuales disfrutaban al pegarme. Al abrir los ojos me encontraba en un sitio extraño, en el que mi mujer me estaba mirando con nuestro hijo, contenta.
El daño que me hicieron aquellos niños fue menor que el que sentía en mi interior todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches, por mi culpa.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La historia de Vava Sewi


Hola, soy Vava Sewi. He visto que estáis muy emocionados con mi infancia. Creo que yo soy el único que lo puedo contar, ya que los que vivían conmigo... dudo mucho que sigan... vivos.
Yo era un Burro, un burro azul. Vivía en un pueblecito muy, muy lejos de aquí. Se llamaba Magical Sunrise, mágico amanecer. Era bastante chico, pero lleno de magia, alegría, esperanza y amor. Todos nos conocíamos y nos queríamos, eramos una familia.

Me parecía mucho a mi padre, en cambio mi madre no tenía nada que ver, era igual que mi hermana pequeña. Me pasaba la mayor parte del tiempo con mis dos mejores amigos y mi primo. Pero el problema era que hace mas o menos un siglo, en la ciudad reinaba una señora que lo único que quería era tener poder en todo el país. Secuestraba a las personas que veía mas fuerte para hacer un ejército y combatir con otras ciudades y llevarse el poder. Unas brujas buenas y estupendas pudieron con ella, pero al parecer tenía una hija escondida, y volvió otra ves a vengarse de lo que le hicimos a su madre. Empezó desapareciendo gente, hasta que el nos venció. Por suerte no se que pasó pero me desmayé, tampoco se cuanto tiempo pasó, pero al despertarme me encontré en medio del campo. Empecé a andar, esperando encontrar algo. Como ya sabes Magical Sunrise una cosa de las que estaba lleno, era de esperanza. Encontré un pequeño pueblo, no sabía ni que existía. Antes de llegar vi una casa, a las afueras. Llamé a la puerta y salió un caballo precioso, al verme fue corriendo a por un cuchillo y me dijo que como le hiciera algo no volvería a pasar por ahí. Le dije que no le haría nada y que porqué decía eso. Me explicó que los de mi especie mataron a muchos de la suya en su pueblo, era una leyenda que se contaba, pero cierta. Le expliqué que no sabía donde ir.
- Bueno, no puedes permitirte entrar en este pueblo, mi pueblo. Si alguien te ve no le haría mucha gracia, podrías tener problemas... - me dijo Phol.
-¿ No hay ninguna posibilidad? no tengo a donde ir, soy un niño y no se que hacer... por favor...
-Bueno... si, tal vez...
- ¡¿ El qué?!
- Bueno hay un mago cerca de aquí, y podría hacer algo.
Decidimos irnos a su casa sin que nadie nos viera, se lo contamos y lo único que podía hacer era convertirme en un caballo. Estuve pensando durante un día, cual me quedé en casa de Phol. Al día siguiente volvimos a ir, decidí hacerlo. Estuve viviendo durante cuatro largos años allí, me cuidaba una mujer que no podía tener hijos. Tenía muchos amigos, y también era un pueblo muy alegre y con mucho amor. Pero echaba de menos a mi familia, amigos y demás. Lo que pasó después, fue bastante triste. Unas personas nos encontraron, creyeron que eramos peluches y nos llevaron a su país. Aunque mis tristeza se fue olvidando al conocer a las personas que tanto quiero. Me adoptaron una niñas muy simpáticas y que me cuidaron muy bien mientras esperaban a el día de reyes para dárselo a su profesora de lengua, y también soy la mascota de clase. Desaparecí dos días, quería familiarizarme con el colegio. Me alegro de estar donde estoy, ya que también la literatura es una de las cosas que más me gustan.